El escaldado superficial es un desorden fisiológico que afecta principalmente a manzanas y peras, aunque aparece también descrito en otros frutos, como membrillo. Los síntomas del
daño se inician con un bronceamiento que deriva en tonos pardos, con bordes bien definidos, pudiendo comprometer la totalidad de la superficie de la fruta. El daño difícilmente se extiende
hacia la pulpa y, cuando ocurre, es atribuido a senescencia, configurando un problema diferente bajo otro sistema de control y que se engloba bajo la terminología de escaldado senescente.