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Columna de Ciencia | Cambio climático y fenómeno "El Niño" en Chile: Una golondrina…

francisco Meza web 1*Columna publicada en Emol 

Al momento de escribir esta columna, los registros meteorológicos nos muestran que, a excepción de la estación de La Florida en La Serena, la gran mayoría de las estaciones ubicadas desde la Región de Coquimbo a Aysén, muestran montos que se encuentran bordeando un año normal. Es necesario señalar que la definición de años normales se establece sobre la base de los promedios observados en períodos de 30 años y que ellos son revisados cada 10 años. Por lo tanto, se trata de una “nueva normalidad”, que fue definida sobre el período de 1990 al 2020, quedando fuera del registro la década de los ochenta, que nos regaló tres años de intensas precipitaciones en Chile central.


El responsable de este cambio ha sido la presencia del fenómeno del Niño que corresponde a un calentamiento inusual de las aguas superficiales del pacífico Ecuatorial y que genera varios cambios en el comportamiento del sistema atmósfera-océano, y que en nuestro caso facilita la llegada de sistemas frontales y de ríos atmosféricos lo que se traduce en una mayor probabilidad de observar precipitaciones mayores al promedio.


Su aparición ha sido correctamente pronosticada por los servicios oceanográficos y atmosféricos, de modo que nos encontrábamos relativamente expectantes de su manifestación, en parte porque representaba un potencial alivio relativo a la prolongada sequía que afecta a nuestro territorio. Por supuesto que las intensas precipitaciones e inundaciones traen consigo daños económicos y sociales de gran magnitud, pero también nos entrega la posibilidad de mirar con algo más de optimismo el suministro de agua de primavera y verano al recuperarse sistemas naturales de acumulación (nieves y acuíferos) y embalses.


Asimismo, la vegetación natural, que se encontraba algo más deprimida por la carencia de agua, experimentará un aumento en su crecimiento y vigor con positivas consecuencias ambientales y de belleza del paisaje que podremos aprovechar. Visión de vaso medio vacío es que se espera que la biomasa combustible aumente y que, en caso de estar frente a una temporada muy cálida en el período estival, la probabilidad de incendios también aumente.

¿Cambio en la trayectoria del clima?

Desde el punto de vista de acción climática, se corre el riesgo de atribuir entonces a la variabilidad climática interanual una mayor responsabilidad de lo que corresponde y de interpretar este evento como el cambio en una trayectoria de cambio de clima.
A pesar de los modestos esfuerzos y compromisos gubernamentales, la tendencia en las emisiones de gases de efecto invernadero continúa sin cambios. Los reportes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) nos indican que, de no mediar acciones decididas y de mucho mayor ambición en la reducción de emisiones e incremento de captura, nos acercamos a escenarios muy complejos con incrementos de temperatura globalizados que no hemos tenido ocasión de observar en el pasado reciente, y a cambios de gran impacto en el régimen hidrológico.

Adaptación y Mitigación son palabras claves que deben ser incorporadas a todo nivel en nuestra sociedad, desde organismos de gobierno, empresas, instituciones, academia y sociedad civil, hasta los individuos. Como reducir la huella ecológica y nuestras emisiones, fijando metas claras y alcanzables, debe ser un proceso continuo de revisión y de mejora. De igual forma entender de qué forma afecta el clima a nuestros socioecosistemas y evaluar medidas que fortalezcan la capacidad de respuesta, reduzcan daños y construyan resiliencia, es también una tarea permanente.
Al igual que el pronóstico sobre el fenómeno del Niño nos fue entregado con meses de anticipación, las proyecciones sobre cambio climático están disponibles a niveles bastante detallados regional y nacionalmente. Pero en el fondo, la información es valiosa si y solo si podemos tener un plan de acción frente a lo que nos revela, de lo contrario seremos siempre sujetos pasivos y receptores de impactos, aun cuando la ciencia nos entregue mayor cantidad de datos con cada vez mayor precisión.
Podemos aprender mucho de la variabilidad climática y de los efectos del fenómeno del Niño y la Oscilación del Sur. Son experimentos de futuros posibles y nos entregan pistas muy claras sobre los principales ejes de vulnerabilidad que tiene nuestro país. Una golondrina no hace verano, ni un Niño rompe una tendencia climática, pero traen noticias importantes para los que sabiamente saben observar.
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Francisco Meza
Pofesor titular de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales de la Universidad Católica. Ingeniero agrónomo de la UC, es Magíster en Ciencias de la Ingeniería mención Hidráulica y Ambiental y Doctor en Ciencias Atmosféricas de la Universidad Cornell. Autor Líder del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). Sus áreas de interés se encuentran el cambio climático, la biometeorología y la climatología aplicada. La columna de ciencia es coordinada por el proyecto Ciencia 2030 UC.