INIA comenzó a realizar jornadas en las que los productores se puedan reunir para establecer estrategias que permitan entregar un valor agregado a la papaya cultivada en el territorio.
Establecer un Sello de Origen para la papaya que se cultiva en la Región de Coquimbo es una de las metas principales del proyecto “Investigación de la valorización del papayo, un cultivo con identidad”, ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA Intihuasi y financiado a través de un Fondo de Innovación para la competitividad (FIC-R) del Gobierno Regional de Coquimbo.
Y es que, pese a que el fruto es ampliamente reconocido como patrimonio de la zona, no existe un sello que lo etiquete como tal.
Con el objetivo de que los productores se puedan organizar para fomentar y proteger a la papaya como patrimonio de la Región de Coquimbo, es que una de las acciones que el INIA está realizando, es facilitar esta organización mediante jornadas de capacitación e intercambio de experiencias e ideas.
Es por ello, que se llevó a cabo el taller “Sellos de Origen, qué son, qué buscan y como apoyarlos”, instancia de capacitación que se hizo, en dos instancias diferentes, tanto para productores como para profesionales de servicios públicos.
Viviana Arias, profesional de INIA Intihuasi indicó que en la actividad participaron aquellos productores que, a través de la iniciativa de INIA, ya fueron catastrados y caracterizadas sus condiciones climáticas y de suelo, así como, evaluada su fruta. “La papaya es reconocida a nivel nacional por tener una diferenciación territorial, nosotros sabemos que somos fuertes en la producción de papaya y hoy día nuestro llamado es a que los productores se pongan de acuerdo para poder establecer la diferencia productiva. Hoy día se están conociendo y poniéndose de acuerdo en qué van a hacer, qué cosas van a desarrollar y cómo van a potenciar la producción de papayas en la Región de Coquimbo”.
Luis Gustavo Díaz, profesor del Departamento de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la UC,y quien estuvo a cargo del taller, aseguró que, si bien, lograr la organización es difícil, los productores “se han mostrado bien interesados en la discusión, han estado muy participativos. Estoy bastante positivo que esto pueda tener un desenlace interesante, sin embargo, esta es la primera etapa de un largo camino, hoy día se están sentando las bases para generar esa motivación inicial que permita ese trabajo arduo que va a significar los próximos meses”.
En ese sentido, Díaz explicó que tener una organización que esté detrás del Sello de Origen es fundamental, “cuando se logra el Sello de Origen se busca que la organización que se forme lo maneje, un Sello de Origen es una herramienta que necesita ser utilizada, hay que fomentarla, desarrollarla y protegerla y eso tiene que hacerlo alguien, entonces se tiene que armar un grupo de trabajo que lo haga”.
Potenciar a la papaya
Los participantes del taller se mostraron entusiastas con la posibilidad de organizarse para proteger este eventual sello, sobre todo para agregar valor a la papaya.
Genaro Ancarola, quien tiene una superficie de una hectárea de papayos en el sector de Villa El Arrayán en Vicuña, valoró la iniciativa de INIA, puesto que la investigación podría agregar valor al fruto y ampliar el mercado, “escuché harto, aprendí, había productores más antiguos que conversaban harto, así que aprendí. Yo creo que se podría hacer una organización, hay productores de la materia prima que son muy grandes y productores del producto final más pequeños, yo creo que ahí hay algo que se podría asociar para que todos ganemos más”.
Amanda González, productora de papayas de agrícola B & B de Pan de Azúcar añadió que, “existe preocupación por la baja producción que ha habido en los últimos 20 años, casi un tercio queda de plantaciones y es un fruto identitario de La Serena que debe ser fomentado, porque, en el fondo, le entrega un potencial a la ciudad”.
En ese sentido, González, aseguró que la papaya es parte del atractivo turístico de la zona, “creo que esta iniciativa, en la que se junta a diferentes productores, de diferentes tamaños y de diferentes partes de la región, puede ser muy beneficioso para nosotros como parte de la comunidad de productores y para también para la región. Es difícil lograr una organización, puede ser un proceso lento, pero si se hace con cuidado puede ser beneficioso”.
Claudio Salas, director regional de INIA Intihuasi, sostuvo que, “el proyecto que lleva a cabo INIA Intihuasi es de gran relevancia, considerando que la superficie destinada a este cultivo ha disminuido sostenidamente las últimas dos décadas por factores como urbanización, escasez hídrica y falta de interés de producción. Esperamos, con esta iniciativa, demostrar científicamente que la papaya producida en la Región de Coquimbo posee características de calidad otorgadas por las particularidades edafoclimáticas propias de la región que podrían diferenciarla de aquellas producidas en otras zonas del país, y con ello contribuir a un mayor reconocimiento de esta fruta emblemática de la región y también de quienes las cultivan”.
Krist Naranjo, gobernadora regional, destacó que valorar y proteger a la papaya cultivada en la Región de Coquimbo no sólo es beneficioso para los productores y quienes se dedican a elaborar subproductos de esta fruta, sino que también para otras actividades productivas y para la comunidad en general, “potenciar un cultivo tan reconocido como la papaya en la región significa entregarle herramientas a toda la cadena productiva, incluido el comercio y el turismo, también valorar el territorio y su historia, dando realce a la identidad de la Región de Coquimbo, y que mejor siempre con una mirada de sustentabilidad”.
Christian Álvarez, seremi de agricultura indicó que, “el cultivo del papayo es parte del patrimonio de nuestra región desde el punto de vista agroalimentario y por tanto es muy importante. Con la avanzada que han tenido las parcelas de argado en la región se ha ido perdiendo mucha superficie, sobre todo en la costa de La Serena y producto de esa situación el cultivo ha disminuido en forma relevante, por tanto, debemos rescatar el cultivo tradicional de la zona, cuyos subproductos son muy apetecidos por los turistas que llegan a la región”.
El seremi destacó el proyecto de INIA ya que no sólo rescata aspectos agronómicos, si no también culturales, “este trabajo va a tener un impacto importante en la región en términos de valorizar junto con otros subproductos agrícolas como, por ejemplo, el pisco o el queso de cabra, el conjunto de patrimonios que nuestra región mantiene”.
Créditos: INIA